Todos en algún momento de nuestra vida nos hicimos esta pregunta, o bien, nos la hicieron los estudiantes y tocó responderla. Pero, ¿sabemos realmente para qué sirve la matemática en la vida? La respuesta a esta pregunta, en la mayoría de los casos, está en manos de los profesores.
Desde el primer ciclo de la Educación Escolar Básica (EEB) y hasta en las carreras universitarias, los docentes tienen el compromiso de enseñar matemática, pero sobre todo, de desarrollar en los estudiantes las capacidades necesarias para aplicar todo lo aprendido en la resolución de situaciones que se presentan en la vida cotidiana, además de fomentar el pensamiento crítico y reflexivo mediante actividades contextualizadas.
En los primeros grados de la EEB los docentes deben crear espacios en los que los estudiantes puedan manipular objetos concretos, realizar experimentos de medición, expresar verbalmente las características que observan ante cierta situación, etc. Luego, a partir de estas experiencias, el docente planificará actividades contextualizadas que permitan que los mismos estudiantes construyan conceptos y deduzcan propiedades. Sobre el punto, Fernández Bravo (2007) menciona que:
Muchos docentes se expresan diciendo: “no lo entiendo, mira que multiplican bien pero les cuesta mucho resolver los problemas”. Con experiencia apoyada en datos científicos podemos decir que si los alumnos supieran qué es multiplicar, no tendrían dificultad alguna en identificar situaciones multiplicativas en la vida real. La dificultad educativa reside, en este caso, en que se confunde saber multiplicar con hacer multiplicaciones. (p. 11)
Es decir, no sirve de mucho al estudiante aprender algoritmos y fórmulas aisladas si no es capaz de relacionarlos y aplicarlos en situaciones reales que representen algún problema para él.
La matemática nos permite entrenar la mente para pensar, para reflexionar, para deducir y hasta para predecir, y estas habilidades se extienden mucho más allá del campo matemático, esto nos sirve en la vida misma. Justamente, es allí donde debería ponerse el énfasis de la enseñanza de la matemática en niveles superiores. Si bien los conceptos, propiedades y procedimientos aprendidos muchas veces son tan abstractos que no son aplicables en el día a día, solo basta con investigar un poco para enterarnos de las múltiples aplicaciones de la matemática en otros campos de la ciencia como la informática, la economía, la medicina, la ingeniería, entre muchas otras.
Por otra parte, es importante erradicar la equivocada creencia de que la matemática es solamente para algunos pocos superdotados en el mundo y que la misma está negada al común de la humanidad, por su complejidad y abstracción.
Es necesario fomentar en nuestros estudiantes el gusto por las ciencias y sobre todo por la matemática, ya que la misma se encuentra presente en casi todos los ámbitos de nuestra vida, aunque no siempre seamos conscientes de ello.
Si los docentes planificamos nuestras clases considerando estos aspectos, no sólo estaremos en condiciones de dar respuesta a la pregunta inicial sino que también estaremos fomentando el interés de nuestros estudiantes en las ciencias y en la investigación, además de desarrollar el pensamiento crítico y reflexivo, ingredientes fundamentales para tomar decisiones adecuadas en el día a día.