Autor: Dr. Emilio Iberbuden (SCL), catedrático universitario en niveles de grado y postgrado en ciencias empresariales, sociales y teológicas/pastorales. Mentor en Estrategia, Gestión, Liderazgo e Innovación.
“La familia es el fundamento de la sociedad. Se promoverá y se garantizará su protección integral. Esta incluye a la unión estable del hombre y de la mujer, a los hijos y a la comunidad que se constituya con cualquiera de sus progenitores y sus descendientes” (Art. 49 Constitución Nacional del Paraguay)
La familia, como célula fundamental de la sociedad, ha sido y sigue siendo el pilar sobre el cual se construye la identidad paraguaya. Sus valores arraigados, forjados a través de la historia, han moldeado la idiosincrasia de un pueblo que ha sabido preservar sus tradiciones sin perder su capacidad de adaptación a los vientos de la modernidad.
Un legado que evoluciona
La familia paraguaya se ha caracterizado históricamente por valores sólidos como la solidaridad, el respeto y la lealtad. Estos principios, transmitidos de generación en generación, han creado un tejido social fuerte y cohesionado que puede evidenciarse en sus prácticas culturales e idiosincrasia nacional.
Sin embargo, es importante destacar que estos valores no son estáticos, sino que se adaptan y transforman a lo largo del tiempo. Y por ese motivo, estamos viendo algunas variantes que van tomando forma en la conducta social.
Respecto al valor “Solidaridad”, es relevante considerar que la ayuda mutua y el apoyo incondicional entre los miembros de la familia siempre han sido pilares fundamentales de la cultura paraguaya. Sin embargo, en un mundo cada vez más individualista, la solidaridad ha adquirido nuevas dimensiones que se pueden visualizar en acciones enfocadas a través del voluntariado y la participación en proyectos comunitarios.
Respecto al valor “Respeto”, la práctica cultural nacional ha tenido como fundamento bastante sólido el respeto a los mayores, a las autoridades y a las tradiciones. Este factor se encuentra profundamente arraigado en la sociedad paraguaya complementándose con un creciente reconocimiento de la diversidad y la igualdad de oportunidades.
Respecto al valor “Lealtad”, es evidente que ha sido un factor clave en la construcción de identidades fuertes y duraderas. Sin embargo, en un contexto de mayor movilidad geográfica y social, la lealtad familiar requiere incorporar nuevos mecanismos para mantener los vínculos relacionales, ideológicos y ético-morales.
Una marea que desafía
No se puede desconocer que la globalización y la modernidad han traído consigo una serie de cambios que han impactado de manera significativa en la familia paraguaya. Aspectos como la urbanización, la migración, el acceso a nuevas tecnologías y la influencia de los medios de comunicación han transformado las formas de vida y las relaciones familiares.
Al respecto, el desafío se encuentra en cómo preservar la riqueza cultural de la familia paraguaya y consolidarlos en las nuevas dinámicas de la sociedad como ser la gestión de roles dentro de la familia acorde a las circunstancias o realidades y los nuevos desafíos en la educación de los hijos sin perder de vista sus valores fundamentales.
Una realidad que compromete
La familia, como núcleo fundamental, es el primer espacio donde se construye el capital social. Los valores transmitidos dentro de la familia, como la solidaridad, el respeto y la lealtad, se extienden a la comunidad y fortalecen los lazos sociales. A medida que la familia se transforma, también lo hace el capital social, con implicaciones directas en la cohesión y el desarrollo de las comunidades.
Asimismo, cabe destacar que la familia es el primer agente de socialización. En este sentido, los valores, creencias y patrones de comportamiento que se adquieren en la infancia tienen un impacto duradero en la personalidad y en la forma de relacionarse con los demás. Motivo por el cual, los cambios en la dinámica familiar pueden influir en el desarrollo de habilidades sociales, emocionales y cognitivas de las nuevas generaciones, con consecuencias a largo plazo para la sociedad paraguaya.
Tres Conexiones Fundamentales
- Familia y Creencias
La familia paraguaya, como en muchas culturas, es el primer y más importante espacio para la transmisión de creencias de generación en generación, moldeando la identidad y el comportamiento de sus miembros. De allí que las creencias suelen estar estrechamente ligadas a los valores morales que se inculcan en la familia y a las prácticas cotidianas (celebraciones, rituales, costumbres).
- Familia y Cosmovisión
La familia influye en la forma en que los individuos perciben el mundo y su lugar en él, es decir en la cosmovisión de cada persona. En este aspecto, la familia es el primer lente a través del cual los individuos observan el mundo. Desde la infancia, los valores, creencias y patrones de comportamiento aprendidos en el hogar moldean nuestra cosmovisión, influyendo en cómo nos relacionamos con los demás, cómo tomamos decisiones, cómo entendemos nuestro lugar y cómo gestionamos los recursos propios o de terceros.
- Familia y Estilo de Vida
La familia influye en las prácticas cotidianas de sus miembros, como la alimentación, el descanso, el trabajo y el ocio. Estas prácticas están estrechamente relacionadas con los valores y las creencias de cada familia, y por ello repercute en las decisiones de consumo, en la relación con el entorno e incluso en la construcción de una identidad personal y un sentido de pertenencia.
Las creencias, la cosmovisión y el estilo de vida están interconectados y se influyen mutuamente. La familia es el principal agente de socialización y juega un papel fundamental en la transmisión de valores, creencias y prácticas culturales de una generación a otra.
La familia paraguaya es un tesoro que debemos cuidar y preservar. Al fortalecer los vínculos familiares, promovemos el bienestar individual y colectivo, y construimos un futuro más prometedor para las generaciones venideras.
Hasta una próxima ocasión.