Aunque aún estamos en época de veda electoral, no podemos evitar ver en la vía pública las caras, los colores y las frases de políticos que aspiran a un cargo público. Hay muchos candidatos, y cada uno de ellos cree tener la mejor propuesta, la mejor intención y la mayor capacidad para ocupar la silla a la cual aspira. Es en esta época donde ellos ponen la mejor cara, la mejor actitud, las mejores promesas y el mejor discurso sobre la esperanza. Mi intención no es hacer juicio de valor sobre ningún político, de hecho a mayor responsabilidad, mayor exigencia de Dios a rendir cuentas. Y a cada uno le llegará el tiempo de la auditoría, no solo administrativa, sino también la celestial.
Necesitamos gobernantes temerosos de Dios, que cumplan su labor con honestidad y responsabilidad. Que amen a su pueblo, que se ocupen de la realidad, que sean pro-activos, creativos y trabajadores. Que cada político ocupe su cargo de acuerdo a su capacidad, sus méritos y sus proyectos. Pero, ¿eso es todo lo que necesitamos? Todos pedimos buenos gobernantes, la prensa habla de ellos, la gente habla de ellos, en la ronda de tereré se habla de ellos, la iglesia habla de ellos. Y todos coinciden en algo: ¡Queremos políticos que no seas corruptos! Pero, ¿eso es todo lo que necesitamos?
Creo que hay un pequeño gran detalle que se escapa en esta cuestión. Lo quisiera ilustrar con lo siguiente:
El otro día fui de pesca con unos amigos, como escuchamos que existía escasez de carnadas, aún estando muy lejos del río, llegamos al primer puesto de venta que encontramos. Era muy temprano, golpeamos la mano y se levantaron a atendernos. Pedimos unas cuantas docenas de lombrices, la señora empezó a contarlas y a cargarlas en nuestro recipiente de madera delante de nosotros. Además de las lombrices también queríamos llevar “morenitas[1]”. Pedimos 4 docenas, el dueño del negocio llevo nuestro recipiente y se fue al fondo para cargarlas. Después de un rato largo vuelve con el balde con las morenitas adentro, y hojas de aguape encima. Cuando ya estábamos en el río, grande fue nuestra sorpresa cuando a uno de mis amigos se le ocurrió contar las morenitas, no había 4 docenas o sea 48, sino solo unas 28 a 30…
No solo necesitamos gobernantes honestos y responsables, sino también ciudadanos honestos y responsables, no solo hay corrupción en el gobierno, sino también en la venta de morenitas. No es el dinero, es poca cosa monetariamente 2 docenas de morenitas, pero el concepto y la acción que subyace detrás es una bestia enorme que carcome por dentro a nuestra nación. Pues, la corrupción, la deshonestidad, las mentiras, el engaño, las trampas, etc. no son atributos exclusivos de los políticos.
Algunos dicen que ya hay demasiados candidatos, mi opinión es que hay demasiados pocos. Pues, me gustaría ver un país donde todos y cada uno de los ciudadanos nos candidatemos! Que la vendedora de “morenitas” se candidate a ser honesta y justa. Que los padres se candidaten a ser responsables y cuidadosos, que los empleados se candidaten a ser cumplidores y honestos, que los empleadores se candidaten a ser justos y responsables.
Esperemos menos de los demás y demos más de nosotros. El cambio difícilmente vendrá de arriba hacia abajo, necesariamente todos debemos estar involucrados. Si queremos un país sin corrupción, debemos empezar por la vendedora de “morenitas”, nosotros y después los demás…
Lic. Carlos Barreto Aguirre
[1] Una especie de pececitos de color negro utilizados como carnada.