Helmut Kohl ha dicho que “La humanidad de una sociedad se muestra por la forma en que trata a sus miembros más débiles.” En nuestras pasantías del 4º curso de Ciencias de la Educación, visitamos varias escuelas especiales. Cada institución atiende a niños con diferentes discapacidades como por ejemplo síndrome de Down, sordera, ceguera o baja visión y otros.
A través de estas visitas nos dimos cuenta lo importante que es la educación personalizada. Era impresionante ver el esfuerzo y el amor de los profesores hacia cada uno de los estudiantes. Con inmensa paciencia enseñaban a sus alumnos, que son física- y mentalmente limitados, para que ellos alcancen su máximo potencial e independencia. El objetivo para algunos niños es aprender la lectoescritura, la lengua de señas y/o realizar trabajos cotidianos, mientras con otros se tiene que practicar un simple hecho como quedarse sentado en una silla o no meter todo en la boca.
Según nuestra perspectiva cristiana, tal como la Constitución Nacional afirman que la dignidad del hombre es intangible. El trabajo realizado por estas escuelas e instituciones es ejemplar, sin embargo existen cientos de personas con discapacidades que lamentablemente aún no gozan de una educación ajustada a sus necesidades. Es el deber del Estado, tal como el nuestro de buscar alcanzar que todas personas sean tratadas de manera digna.
En fin observamos, que a pesar de las circunstancias, los niños son felices, nos transmitían amor y cariño y se gozaban por las pequeñas cosas, como meter un gol o recibir una galletita. A pesar de que estos niños amenudo son vistos disfuncionales para el mundo, son perfectos para el plan que Dios tiene con ellos. El los creó con un propósito para su vida y quizás también para la nuestra.
Inés Sawatzky y Juliane Duerksen – 4to año Lic. En Ciencias de la Educación.