Vivimos en un mundo donde las personas ponen sus propios intereses por encima de cualquier otra cosa, incluso muchas veces por encima de los demás. En otras palabras, el “YO” es lo más importante. Ya no piensan en servir, sino en ser servidos; ya no piensan en ser líderes, sino en ser jefes; ya no piensan en ser ejemplos, sino en dar órdenes. Ya no importa si el prójimo está sufriendo; mientras uno esté bien, todo “está bien”.
Esta forma de pensar influye en gran manera en las decisiones que se toman. Entre ellas se puede encontrar la carrera universitaria que se elige estudiar. Debido a la búsqueda de satisfacer los deseos en esta vida,
la mayoría de los jóvenes eligen su profesión considerando el dinero que ésta les dará en el futuro.
Ya no eligen estudiar por el hecho de querer aprender, sino por el simple hecho de querer ganar mucho dinero. Es por esta razón que muchas personas desertan y no pueden culminar siquiera un año de universidad. Y luego pasan de carrera en carrera, perdiendo un tiempo que nunca recuperarán.
Debido a esta situación, los jóvenes necesitan una nueva forma de ver las cosas. Necesitan ver que el dinero no lo es todo en esta vida; que de nada sirve tener un gran salario si trabajan en algo que no disfrutan. Es por eso que cada persona necesita descubrir su talento/pasión, y en base a eso estudiar una carrera que lo ayude a crecer y cumplir lo que en realidad le gusta hacer.
Cada persona necesita darse cuenta que es mejor servir que ser servido.
Es mejor ser ejemplo que dar solamente órdenes. Es mejor levantar la comunidad de abajo, que verla desde arriba. En otras palabras, cada persona debe estudiar y ejercer una profesión que ama para hacer de su comunidad un lugar mejor.
Lamentablemente, la mayoría de las casas de estudios preparan a sus estudiantes para competir, para ser mejor que cualquier otro a como dé lugar. Entonces, ¿dónde alguien podría encontrar un lugar que inspire esa pasión por servir, que inculque esos valores que diferencian a cada uno del resto? Es ahí donde una universidad, llamada “Universidad Evangélica del Paraguay”, abrió sus puertas a los estudiantes con una cosmovisión diferente a todas las demás. Con un lema atípico, el cual es “Educar para servir”, enseña a cada estudiante ser un profesional competente, con valores bien firmes, para siempre actuar de forma correcta ante cada situación y de esta manera crear una mejor sociedad.
La UEP es una universidad donde los estudiantes son educados para ayudar a su comunidad. Una universidad donde los profesores son el primer ejemplo para los alumnos. Una institución donde no se enseña a competir, sino a trabajar en equipo. Una casa de estudios que enseña a sus alumnos a ser agentes de cambio en este mundo. Una universidad que no es solamente una casa de estudios, sino también, una gran familia.
Todas las personas deben entender que de nada sirve una estabilidad personal, si sus comunidades no están estables. Necesitan apreciar que lo aprendido es totalmente inútil si no es compartido. Entonces, los jóvenes de hoy en día necesitan estudiar en un lugar que les impulse a ser mejores cada día, un lugar que les enseñe que compartir y aprender lo bueno todavía vale la pena.
Esto lo escribe una persona que un día pensó en estudiar economía solamente para ganar un jugoso sueldo después de recibirse, pero luego de haber decido estudiar lo que le gusta en la UEP, se convirtió en un profesor de inglés, no por dinero, sino por pasión. Esa persona soy yo, Guillermo Zaracho, actual estudiante del 2° año de la licenciatura en lengua inglesa en la Universidad Evangélica del Paraguay.