Cuando nos encontramos con gente de otra cultura notamos maneras o comportamientos diferentes entre nosotros y ellos. Podemos identificar algunos que son exclusivamente de nuestra cultura y pensamos que “todo el mundo” lo hacía o pensaba así. Todos en Paraguay sabemos que el tereré se toma por la bombilla, sabemos cómo poner la yerba y que el agua debe estar fría. Pero ¿cómo explicas eso a un extranjero que nunca escuchó la palabra “guampa” o “bombilla”? ¿es un “vaso de madera” con un “sorbete-pajita” de metal más unas hojas molidas?
En cuanto a las otras culturas algunas veces vamos más allá y tendemos a juzgar un comportamiento como “bueno”, “correcto” o hasta “mejor” que la de nuestra cultura. O por el contrario, los juzgamos como “malos”, “ofensivos” o “peores” que los nuestros. Ilustrando esta situación, una vez, un grupo de latino-paraguayos y paraguayos-menonitas fuimos a trabajar en una comunidad indígena por una semana. Habíamos acordado con el cacique que a las 6 de la tarde – noche empezaría cierto programa. Él estuvo de acuerdo. Fuimos antes del horario para preparar el lugar, pero nadie se presentó a la hora, ni siquiera el cacique. Más tarde entendimos que ellos no se guían por horarios exactos como nosotros (especialmente en ese tiempo donde no había señal de celular o internet en esa zona). Mas bien acordaban encuentros según el sol: “al amanecer”, “al medio día”, “cuando entró el sol”, etc. ¿Podríamos considerar “ofensivo” un comportamiento así? ¿Podríamos ofendernos si alguien come dulces junto con el tereré? ¡Claro que no! No podemos juzgarlos como buenos o malos (aunque sí existan comportamientos perjudiciales en las culturas, otro gran tema para desarrollar) simplemente SOMOS DIFERENTES!
Sarah Lanier, en su libro “¿Por qué somos diferentes?” dice
que las diferencias culturales pueden proveernos de las experiencias más ricas como las de las heridas más fuertes.
En su introducción relata la historia de una libanesa que trabajaba ya por ocho años en los Estados Unidos pero no lograba hacer buenas amistades con los norteamericanos. Finalmente entendió que ellos estaban siendo amables con ella frecuentemente pero ella no lo entendía así. Varias veces la habían invitado a almorzar, a lo que ella amablemente respondía que no. Ellos no le volvían a hacer la pregunta y ella pensaba que realmente no querían su compañía ya que en su cultura, era considerado apresurado aceptar la primera invitación. Normalmente deben preguntar como tres veces antes de responder que sí. Así se reconoce una invitación que no es solo por cortesía sino por el verdadero deseo de almorzar con la otra persona. (Lanier, 2004, págs.9, 10)
La autora, divide al mundo en dos partes: las culturas de climas cálidos (basadas en las relaciones sociales) y las de clima frío (orientadas al trabajo o tarea). Esta clasificación no está totalmente condicionada por la temperatura, ya que, por ejemplo, en Rusia, que tiene un clima frío casi todo el año, las personas actúan, en general, como las de clima cálido. Esta tipificación es simplemente para proveer herramientas simples con las cuales captar similitudes o diferencias básicas y entender las diferencias culturales.
La autora resalta que esto trajo sanidad, previno conflictos y le ayudó a planificar y solucionar problemas entre grupos que trabajan transculturalmente. A través de este entendimiento podemos “abrazar” a la otra cultura en vez de evitarla por no entenderla. (Lanier, 2004, pág. 13)
Las culturas de clima cálido suelen preferir la comunicación para crear un ambiente donde se sientan bien en vez de utilizarla para proveer información precisa (cultura de clima frío). La eficiencia y el tiempo no tienen prioridad antes de haberse familiarizado con la persona en la cultura de clima cálido, sin embargo en la de clima frío es una muestra de respeto dar prioridad al tiempo y la eficiencia. En las culturas de clima frío, hacer preguntas cortas y directas muestran profesionalismo y respeto por el tiempo de la otra persona, sin embargo, podría resultar despreciativo comunicarse así con alguien de cultura cálida sin haber interpuesto una conversación informal o un saludo cordial primero. Un “sí” no siempre significa “sí” en la cultura cálida, también representa un primer paso para comenzar un intercambio amistoso o un cumplido requerido por la cultura. En la cultura de clima frío un “sí” o “no” suelen venir directamente sin significados escondidos. En cuanto a la identidad, en estas culturas cada uno debe tener una opinión y puede expresarlo por sí mismo sin resultar una barrera para la amistad, además su opinión o comportamiento solo refleja su pensamiento y no el del grupo al que pertenece. En las culturas de clima cálido contradecir a los demás podría resultar ofensivo y un impedimento para la amistad, generalmente se evalúa como las decisiones de uno pueden afectar al grupo. En cuanto a la inclusión, en la cultura de clima frío es aceptable tener conversaciones privadas o hacer planes exclusivos con algunas personas sin incluir al resto de los presentes, pero esto resultaría algo impropio en la cultura cálida: si invitas a algunos, debes invitar a todo el grupo. la cultura cálida, se apega más a las formalidades cuando se trata de una persona considerada de status. Se suele hacer énfasis en usar el “Sr.”, “Lic.”, “Dr.”, “Ing.” y los debidos protocolos de saludos en la forma oral o escrita. En la cultura de clima frío las personas se dirigen a las otras utilizando simplemente sus nombres a menos que se pida expresamente que se mencione su título. La falta de protocolo no significa rechazo, ni falta de respeto, es solo una secuela más de la forma directa de expresarse.
En nuestro campus también gozamos de esta diversidad transcultural, entre estudiantes, docentes y otros funcionarios. Por lo menos tenemos dos culturas diferentes en casi todas las aulas. Una es generalmente orientada a las relaciones y la otra a la tarea o el trabajo. ¿Cómo congeniar como compañeros de estudio, de trabajo, de equipo?
Todos nosotros somos por lo menos algo etnocéntricos, pero si tenemos la capacidad de superar los prejuicios podemos empezar a respetar, aprender y disfrutar de las diferencias (Lanier, 2004, pág. 128).
Personalmente estoy casada hace cuatro años y medio con una persona de otra cultura, generalmente considerada de clima frío habiendo nacido y crecido yo dentro de la cultura de clima cálido. Tener a dos culturas dentro de nuestro matrimonio, más que ser un obstáculo, es una riqueza. Nuestra alimentación, música, festividades y vocabulario provienen de por lo menos dos trasfondos diferentes, podemos tener una visión un poco más amplia del mundo. Pero no es necesario estar casado con alguien de otra cultura para vivenciar esta riqueza. En nuestro campus podés acercarte a un amigo/compañero de otra cultura y prepárate para expandir tu cosmovisión!
Escrito por: Graciela Pineda, estudiante del 4° año, Trabajo Social
Bibliografía: Lanier, S. (2004) ¿Por qué somos diferentes? Una guía que ayudará a comprender las distintas culturas. Clarkesville, U.S.A., Editorial JUCUM.